Torre de San Ignacio (Getxo)

El estado de conservación de la torre no es bueno. Está construida en piedra arenisca local. Los paños lisos están revocados salvo en las pilastras que están ejecutadas en piedra arenisca. Esta piedra es la que presenta el mayor deterioro. Es muy sensible al ataque salino, por lo que la torre debido a su ubicación en frente del mar, y sin ningún edificio delatante que la proteja ha sufrido mucho. La piedra en las zonas de sillares presenta desplacaciones debido al ataque salino mientras que en las zonas labradas está microfisurada y arenizada es decir, convertida en arena, lo que favorece su disgregación y aumenta su deterioro, tendiendo a desaparecer todo detalle labrado.

La fachada que nos ocupa ha sufrido dos restauraciones que podamos observar, con diferentes resultados. Ninguna de ellas ha ido al origen del problema, sino sólo a reparar los daños ocasionados, por lo que las patologías siguen presentes y los procesos de deterioro siguen existiendo. Han sido soluciones a corto plazo y de manera inmediata, sin embargo lo que el monumento necesita es ir al origen del problema y solucionarlo, si no todas las intervenciones no serán más que parches, en los que luego haga falta volver a intervenir.

En el interior de la torre entra mucha agua, tanto por las juntas como por los huecos abiertos existentes. Esta agua ha afectado al apoyo de la estructura metálica de la que cuelgan las campanas. Asociadas al discurrir del agua aparecen también otras patologías como son las manchas de escorrentía del agua que aparecen debajo de los pequeños arquillos de remate tanto de la zona revocada como en la torre en la parte superior y encima del reloj. En la zona lisa revestida con revoco, el discurrir del agua ha dejado zonas

Antes de acometer el proyecto fue necesario realizar un análisis de patologías, centrado principalmente en el ataque salino que sufre la torre. Fue realizado por el Dr. José Mª García de Miguel.

Una vez en obra se revisaron los morteros de intervenciones anteriores y se retiraron todos aquellos que no están funcionando bien. La mayor patología que presenta la torre es el ataque salino por la proximidad del mar, por lo que lo primero es la extracción de las sales que se han producido, consolidar los daños ocasionados e impedir o dificultar la entrada de nuevas sales. La extracción de sales se realiza con papetas o apósitos de material absorbente empapados en agua destilada. Una vez extraídas las sales y en función de cómo se encuentre el material pétreo se debe decidir si se reintegra o se puede recuperar la consistencia de la piedra mediante un tratamiento con esteres silicicos o con acrilsilicona. Para finalizar el proceso de extracción de sales es necesario aplicar un tratamiento hidrofugante con polisiloxanos, es decir, repelentes del agua que evitan la entrada del agua desde el exterior pero que permiten que la piedra pueda transpirar.

Toda la suciedad se limpiar con agua desionizada para no meter más sales. Una vez limpio, se procede a consolidar las zonas que aún no han sido intervenidas. En las desplacaciones hay que valorar cómo tratarlas porque depende de si son en zonas lisas o sin importancia o son zonas que conservan la labra original. En el primer caso se retira la zona dañada y se consolida el soporte pétreo sano, mientras que en el segundo, se pueden consolidar con resina epoxídica inyectada bajo las desplacaciones para evitar su desprendimiento. Los elementos de madera hay que restaurarlos. Se desmontan, lijan, tratan y se lacan.

Las piezas metálicas oxidadas son tratadas: Se pasiva la oxidación y se revisan los anclajes. Las pérdidas de material pétreo y de rejuntado en las cornisas llevan consigo la aparición de manchas de escorrentía. Para solucionar este problema se propone reperaltar las cornisas dañadas con mortero de reparación armado con varillas de acero inoxidable. Esta solución nos permite garantizar el correcto y homogéneo discurrir del agua de las cornisas, evitando que se quede estancada. Además por su composición y color es una intervención que queda perfectamente integrada en la fachada y que pasa totalmente desapercibida. Lo último que se hace se será hidrogufar aquellas partes que todavía no hayan sido intervenidas. El producto hidrofugante, es con polisiloxanos, es decir, repelentes del agua que evitan la entrada del agua desde el exterior pero que permiten que la piedra pueda transpirar.